jueves, 2 de julio de 2015

Inteligencia Emocional

INTELIGENCIA EMOCIONAL

“Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta… eso no es fácil”.

Aristóteles, Ética a Nicómaco.



Hablar de inteligencia emocional, es hablar primero que nada desde lo neurológico, lo cual conlleva a lo biológico y por ende, a través de sofisticados equipos que permiten observar la actividad cerebral, estaríamos hablando también de un sustento científico, cosa de mucho peso hoy en día, ya que debido a la cultura, hemos aprendido que lo tangible nos proporciona seguridad. Estos desarrollos científicos han permitido comprender los centros de la emoción del cerebro, por ejemplo, con respecto a otro tema de vanguardia: las crisis emocionales.
La visión productiva (cuantitativa) de la sociedad nos ha marcado que el coeficiente intelectual puede sacarnos de muchos apuros, puede darnos un buen empleo, mayor producción y en general, mayor estatus. Sin embargo, los seres humanos hemos dejado de lado las emociones, ya que si estás nos obstruyen como seres productivos, o nos confieren problemas de relaciones con otras personas, tendemos a reprimirlas. También se ha visto que algunas personas que no tienen un gran ingreso económico, o un empleo de prestigio, suelen ser en muchos casos, más felices que las que sí lo tienen. Goleman (1995) afirma que la inteligencia emocional incluye el autodominio, el celo y la persistencia, y la capacidad de motivarse a uno mismo. Se resalta la relación existente entre sentimientos, carácter e instintos morales, en principio, el impulso es el instrumento de la emoción, quienes están a merced del impulso, es decir, los que carecen de autodominio, padecen de una deficiencia moral: la capacidad de controlar el impulso es la base de la voluntad y el carácter, y por esa razón, la raíz del altruismo es la empatía.
La familia es la primera escuela para el aprendizaje emocional, en la familia es en donde aprendemos cómo sentirnos con respecto a nosotros mismos, con respecto a los demás, y comenzamos a experimentar y a aprender cómo se sentirán los demás con respecto a nosotros y a nuestras emociones, aprendemos a interpretar y a expresar emociones. Llegado este punto, nos enfrentamos a toda una escuela, que bien o mal nos han enseñado, y aprehendemos de nuestros padres y familiares quienes en muchas ocasiones lo hicieron un tanto a oscuras y que a su vez aprendieron de personas que también tenían sus carencias.
En lo que respecta a Las Familias Pluricompuestas, la inteligencia emocional no debería distar de lo que ocurriría en una familia tradicional, con las mismas oportunidades y el mismo margen de errores conscientes e inconscientes. Sin embargo, en este tipo de familias, deben lidiarse con situaciones, circunstancias y emociones que cabe mencionar, en una familia tradicional no ocurrirían, como el hecho de cuestionarse, por ejemplo, los hijos, si deben llamar o no papá o mamá a una persona que realmente conocen de hace poco, o el sentimiento de fraternidad hacia los hermanastros o medios hermanos. Partiendo de que las emociones son universales, creemos que los padres deben estar bien conscientes y desarrollados en este sentido para proveer de herramientas necesarias a los miembros de las familias pluricompuestas a enfrentar estas circunstancias particulares. Que exista una buena comunicación, acuerdos y reglas en el holón conyugal, para que de esta manera sean transmitidas y claras para el holón fraterno, tratar por igual a los hijos sin hacer distinción de si son tuyos, míos o nuestros, esto en todos los sentidos, desde la atención escolar, hasta en las cuestiones emocionales, involucrarse en la vida de los demás integrantes de la familia y generar empatía son herramientas que pueden marcar una diferencia entre que la barca de la familia marche viento en popa o atraviese cada vez tormentas más peligrosas que pongan en riesgo a la misma.
A continuación se presenta un cuadro comparativo entre los estilos más comunes de paternidad emocionalmente ineptos y el programa de educación de los sentimientos, basado en el libro “La Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman. Cabe resaltar que en la columna de la derecha, los padres deben esforzarse para lograr que los hijos logren dichos conceptos.

Estilos de Paternidad Emocionalmente Inepta
Educación de los Sentimientos

-          Ignorar los sentimientos en general:
Tratan los problemas de los hijos como algo trivial o aburrido, algo que creen que debe esperar a que pase.
-          Confianza:
La sensación de controlar y dominar el propio cuerpo, la sensación de que lo más probable es que no fracase en lo que se propone.
-          Curiosidad:
La sensación de descubrir cosas es algo positivo y conduce al placer.

-          Mostrarse demasiado liberal:
Se dan cuenta de lo que siente el niño, pero afirman que la forma en que el niño enfrenta sus emociones siempre es adecuada.
-          Intencionalidad:
El deseo y la capacidad de producir un impacto, de actuar con respeto y persistencia.
-          Autocontrol:
Capacidad de modular y dominar las propias acciones de maneras apropiadas a la edad.




-          Mostrarse desdeñoso, y no sentir respeto por lo que siente el hijo:
Son padres desaprobadores, duros tanto en sus críticas como en sus castigos
-          Relación:
La capacidad de comprometerse con otros (empatía).
-          Capacidad de Comunicación:
Deseo y capacidad de intercambiar verbalmente ideas, sentimientos y conceptos con los demás.
-          Cooperatividad:
Capacidad de equilibrar las propias necesidades con las de los demás.