INTELIGENCIA EMOCIONAL
“Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero estar furioso con
la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el
motivo correcto, y de la forma correcta… eso no es fácil”.
Aristóteles, Ética a Nicómaco.
Hablar de inteligencia emocional,
es hablar primero que nada desde lo neurológico, lo cual conlleva a lo
biológico y por ende, a través de sofisticados equipos que permiten observar la
actividad cerebral, estaríamos hablando también de un sustento científico, cosa
de mucho peso hoy en día, ya que debido a la cultura, hemos aprendido que lo
tangible nos proporciona seguridad. Estos desarrollos científicos han permitido
comprender los centros de la emoción del cerebro, por ejemplo, con respecto a
otro tema de vanguardia: las crisis emocionales.
La visión productiva
(cuantitativa) de la sociedad nos ha marcado que el coeficiente intelectual
puede sacarnos de muchos apuros, puede darnos un buen empleo, mayor producción
y en general, mayor estatus. Sin embargo, los seres humanos hemos dejado de
lado las emociones, ya que si estás nos obstruyen como seres productivos, o nos
confieren problemas de relaciones con otras personas, tendemos a reprimirlas. También
se ha visto que algunas personas que no tienen un gran ingreso económico, o un
empleo de prestigio, suelen ser en muchos casos, más felices que las que sí lo
tienen. Goleman (1995) afirma que la inteligencia emocional incluye el
autodominio, el celo y la persistencia, y la capacidad de motivarse a uno mismo.
Se resalta la relación existente entre sentimientos, carácter e instintos
morales, en principio, el impulso es el instrumento de la emoción, quienes
están a merced del impulso, es decir, los que carecen de autodominio, padecen
de una deficiencia moral: la capacidad de controlar el impulso es la base de la
voluntad y el carácter, y por esa razón, la raíz del altruismo es la empatía.
La familia es la primera escuela
para el aprendizaje emocional, en la familia es en donde aprendemos cómo
sentirnos con respecto a nosotros mismos, con respecto a los demás, y
comenzamos a experimentar y a aprender cómo se sentirán los demás con respecto
a nosotros y a nuestras emociones, aprendemos a interpretar y a expresar
emociones. Llegado este punto, nos enfrentamos a toda una escuela, que bien o
mal nos han enseñado, y aprehendemos de nuestros padres y familiares quienes en
muchas ocasiones lo hicieron un tanto a oscuras y que a su vez aprendieron de
personas que también tenían sus carencias.
En lo que respecta a Las Familias
Pluricompuestas, la inteligencia emocional no debería distar de lo que
ocurriría en una familia tradicional, con las mismas oportunidades y el mismo
margen de errores conscientes e inconscientes. Sin embargo, en este tipo de
familias, deben lidiarse con situaciones, circunstancias y emociones que cabe
mencionar, en una familia tradicional no ocurrirían, como el hecho de
cuestionarse, por ejemplo, los hijos, si deben llamar o no papá o mamá a una
persona que realmente conocen de hace poco, o el sentimiento de fraternidad
hacia los hermanastros o medios hermanos. Partiendo de que las emociones son
universales, creemos que los padres deben estar bien conscientes y
desarrollados en este sentido para proveer de herramientas necesarias a los
miembros de las familias pluricompuestas a enfrentar estas circunstancias
particulares. Que exista una buena comunicación, acuerdos y reglas en el holón
conyugal, para que de esta manera sean transmitidas y claras para el holón
fraterno, tratar por igual a los hijos sin hacer distinción de si son tuyos,
míos o nuestros, esto en todos los sentidos, desde la atención escolar, hasta
en las cuestiones emocionales, involucrarse en la vida de los demás integrantes
de la familia y generar empatía son herramientas que pueden marcar una
diferencia entre que la barca de la familia marche viento en popa o atraviese
cada vez tormentas más peligrosas que pongan en riesgo a la misma.
A continuación se presenta un
cuadro comparativo entre los estilos más comunes de paternidad emocionalmente
ineptos y el programa de educación de los sentimientos, basado en el libro “La
Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman. Cabe resaltar que en la columna de
la derecha, los padres deben esforzarse para lograr que los hijos logren dichos
conceptos.
Estilos de Paternidad Emocionalmente
Inepta
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Educación de los Sentimientos
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Ignorar los sentimientos en general:
Tratan los problemas de los hijos como algo
trivial o aburrido, algo que creen que debe esperar a que pase.
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Confianza:
La sensación de controlar y dominar el propio
cuerpo, la sensación de que lo más probable es que no fracase en lo que se
propone.
-
Curiosidad:
La sensación de descubrir cosas es algo positivo
y conduce al placer.
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-
Mostrarse demasiado liberal:
Se dan cuenta de lo que siente el niño, pero
afirman que la forma en que el niño enfrenta sus emociones siempre es
adecuada.
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-
Intencionalidad:
El deseo y la capacidad de producir un impacto,
de actuar con respeto y persistencia.
-
Autocontrol:
Capacidad de modular y dominar las propias acciones
de maneras apropiadas a la edad.
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Mostrarse desdeñoso, y no sentir respeto por
lo que siente el hijo:
Son padres desaprobadores, duros tanto en sus
críticas como en sus castigos
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-
Relación:
La capacidad de comprometerse con otros
(empatía).
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Capacidad de Comunicación:
Deseo y capacidad de intercambiar verbalmente
ideas, sentimientos y conceptos con los demás.
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Cooperatividad:
Capacidad de equilibrar las propias necesidades
con las de los demás.
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